Un presentimiento y una ligera presión, dejan paso a la luz. Hay un comienzo. La película recoge la promesa de una imagen. Más tarde y en pacto con el oxígeno, el revelador transforma la sal en plata. Aparece una imagen. Este proceso es físico y químico, cercano, al menos en manera metafórica, a como funciona la respiración en los seres vivos.
La emulsión se impresiona con la luz que penetra el objetivo. Así nace la imagen latente. Pero todos los cuerpos de cámara tienen una pequeñísima y prácticamente invisible apertura en la parte posterior. A través de esa rendija entra lo que sucede detrás de la cámara, sustancia de la imagen latiente. Las dos imágenes se encuentran dentro de la cámara para crear el registro fotográfico. Ambas necesitas espacio, tiempo, luz y calor. Una para reflejar la luz del objeto, la otra para trasladar la intención del autor, su imagen interior.
La imagen latente es una invitación que aparece con la rapidez y la perfección del dispositivo fotográfico. La imagen latiente es presencia, acto puro de existir que impresiona la película con la luz de la mirada, la razón y el corazón.
En su momento, vendrán las palabras y el silencio.
Oscar Molina 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.