viernes, 17 de enero de 2014

La copia impresa


   Exceptuando determinados proyectos donde la imagen está ideada en forma de proyecto audiovisual o en la red, el resultado final de una fotografía lo concibo en la impresión.

   La copia física es un visto bueno. Un asentimiento. No se imprime hasta que “todo está acabado”. El autor elige el tipo de papel, su tamaño, tacto, tono y textura, incluso su peso y el espectador observa el resultado final exactamente como su creador quiere que se contemple. En la pantalla de un ordenador, la imagen está inacabada, susceptible a “hacerle algo mas”, está necesitada de abandono.

   Una buena copia impresa conmueve. Consigue hacer sentir la presencia de su creador. Nunca por su perdurabilidad, tarde o temprano cualquier inamovible peñasco se convierte en efímero. Al observarla se disfruta el momento, uno respira su aire y se deja llevar. La buena copia se palpa con los cinco sentidos.

  Viene al hilo esta reflexión recordando las copias exhibidas en la Sala Azca de Emmet Gowin. Ninguna pantalla de ordenador o cachivache que se invente en un futuro podrá acercarse al grado de emoción que experimenté al clavar mi mirada y los otros cuatro sentidos, incluido el silencio, en todas y cada una de las piezas enmarcadas.

  Meses después, sigo tragando saliva al recordarla.

 

© Emmet Gowin

4 comentarios:

Alfredo Oliva dijo...

Totalmente de acuerdo. Se palpa la copia, tiene textura, tiene olor. Es otra cosa.
Un abrazo

Julian dijo...

¿Para cuando una expo tuya por aquí, Alfredo?

conradomaleta dijo...

muy buen post este. saludos

José Ramón dijo...

Totalmente de acuerdo. Esta reflexión siempre la hago con los compañeros que no imprimen o no han conocido el positivado y se quedan con la imagen en pantalla. Será que vamos peinando canas.